sábado, 28 de febrero de 2015

Tartamudez: en el 80% de los casos se revierte con tratamiento precoz.

Hasta hace pocos años se aconsejaba esperar, pero investigaciones más recientes apuntan a identificar el problema lo antes posible. Lo ideal, dicen los expertos, es combatirla antes de los 6 años. No es una enfermedad. Pero sí una dificultad que ocasiona mucho sufrimiento y lleva al aislamiento a las personas que la padecen: el 2% de la población mundial. Sin embargo, el 80 % de las tartamudeces crónicas que hoy sufren miles de adultos en nuestro país podrían haberse evitado de haber sido tratadas antes de los 6 años de edad. Según la licenciada Beatríz Biain de Touzet, fonoaudióloga presidenta de la Asociación Argentina de Tartamudez, el tema ha sido tabú en nuestro país: "En muchas casas la tartamudez es como un elefante verde instalado en el living. Todo el mundo lo ve, nota que está ahí, pero nadie habla de él. Al ser vivido como algo que da vergüenza, la persona se retrae y se oculta, deteniendo también en el tiempo el tratamiento de la tartamudez", explicó. Hasta hace unos pocos años, la indicación más escuchada en los consultorios pediátricos era esperar. Se pensaba que ésta era la conducta más adecuada frente a las vacilaciones, repeticiones de sonidos o palabras en niños pequeños. No se conocían las diferencias entre los errores normales en la fluidez y aquellos característicos de la tartamudez. Esto ha ido cambiando y la investigación se ha centrado en detectar a tiempo las diferencias para evitar un mal mayor. Saber distinguir La tartamudez o disfluencia es un trastorno del funcionamiento motor del habla, de base biológica -al hemisferio cerebral izquierdo le cuesta mantener los comandos del habla-, que se desencadena por factores de tipo motor (aceleración en la familia, en la comunicación), intelectual (perfeccionismo en el hablar, lenguaje muy intelectualizado), o afectivo (embarazo, mudanza, etc.). Se presenta en la mayoría de los casos entre los 2 y medio y 5 años como una interrupción la fluidez normal del lenguaje en que el niño pega saltitos involuntarios al hablar, repite sonidos, sílabas, palabras, frases. "Yyo, yoooo fui fui a la la casa de de llla abuela y mme convido coooon un alfajor...", son titubeos, pausas y vacilaciones que pueden ser normales mientras no se acompañen de esfuerzo o incomodidad al hablar. También hay una tensión que muchas veces se ve en el fruncimiento de cejas o el contorneo del cuerpo ", dijo Biain de Touzet. Se calcula que las dos terceras partes de los niños con alteraciones en la fluidez al hablar las revertirán espontáneamente sin necesidad de tratamiento, pero es indispensable saber si se trata de un niño con riesgo futuro de tartamudez. Si éste es evidente, el tratamiento debe realizarse antes de los 6 años, cuando el lenguaje aún no está consolidado. A esa edad la dificultad se puede revertir totalmente; más tarde sólo en forma parcial. En el disfluente, el tiempo de reacción de los músculos motores del habla están demorados: es por eso que se debe aprender a hablar suave, lento y relajado para evitar que éstos se colapsen y la persona haga repeticiones o se bloquee. Como los padres son el modelo de lenguaje de los hijos son ellos los que deben aprender a hablar más lento. "El tratamiento se maneja alrededor de una fábula de una tortuga y un caballo en que la primera le enseña al caballo a hacer las cosas más despacio", señaló Beatriz Capurro, experta en reeducación del lenguaje y especializada en disfluencia. "Así, se empieza haciendo las cosas más lento desde lo motor para luego llevarlo a la palabra, siempre a través del juego. Se enseña también a esperar turno para hablar, y a seguir siempre con el ritmo lento propio a pesar del aceleramiento de los otros", destacó. Explicó además que cuando el niño es más grande, o en adultos, la metodología es distinta porque el trastorno ya está instalado: el objetivo es darle técnicas que lo ayudarán a hablar mucho más cómodo, y que harán que en el momento en que siente que se va a producir la tartamudez, pueda evitarla. "Asimismo, se trabaja mucho la parte cognitiva, ya que el miedo a trabarse provoca más trabas", dijo Capurro. Técnicas y prevención "Como la persona suele quedarse pegada a un sonido, se aplica una técnica llamada fonación continuada: enlazar un sonido con otro sin cortar en ningún momento, pues es en la pausa o inicio de la oración cuando la persona se puede trabar", explicó. Otra es la E.R.A (del inglés, easy relax approach) una aproximación suave al primer sonido de cada fonación continuada, para que el hablante no quede pegado . Los padres son agentes fundamentales de prevención primaria y pueden aprender a distinguir la tartamudez de las disfluencias normales. Si observan que al hablar su hijo hace saltitos o repeticiones, repite un número infrecuente de veces, se pone colorado, emite con voz finita o disfónica, hace algún movimiento acompañando lo que dice, cierra los ojos o frunce las cejas y presenta incomodidad lo mejor es consultar con un especialista. Los casos más famosos Santiago Feliú es uno de los referentes de la novísima trova cubana. Sus textos son tan encendidos como sus conciertos en vivo. En ese contexto, donde el contacto con el público le otorga confianza Feliú se anima a comunicarse con la gente. Sufre de tartamudez, pero canta con una expresividad y una vehemencia que genera una particular adhesión a su propuesta musical, que habla de las contradicciones de la revolución cubana y de vivir en una isla bloqueda. Sin embargo, en sus visitas, cuando no conoce al entrevistador, evita los reportajes directos y prefiere reportajes por escrito. Otros casos famosos de tartamudez han sido los del escritor Lewis Caroll, el emperador romano Claudio, y el naturalista Charles Darwin.

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