jueves, 30 de julio de 2015

La tartamudez, un problema del habla que se puede prevenir antes de que empiece el miedo

La tartamudez, un problema del habla que se puede prevenir antes de que empiece el miedo En España, unas 800.000 personas tienen tartamudez Los expertos coinciden en la necesidad de normalidad para el niño Un 5% de niños de 2 a 5 años tienen dificultades normales en el habla 22.10.2014 | actualización 16h36 SILVIA QUÍLEZ “Acudía a clase y si me hacían una pregunta prefería decir que no lo sabía antes que verme contestándola en público y que se rieran de mí”. La vicepresidenta de la Fundación Española de la Tartamudez (TTM), Yolanda Sala, recuerda cómo evitaba hablar en clase cuando iba al instituto, por miedo a que sus compañeros se burlaran, y advierte de la importancia de una atención temprana para prevenir este problema del habla que puede llegar a "incapacitar" a la persona. El tartamudeo o disfemia es un problema que se caracteriza por la dificultad en la fluidez del lenguaje, con síntomas como la repetición o prolongación del sonido o el titubeo que se alarga demasiado entre dos palabras. También puede manifestarse en un bloqueo que impide a la persona empezar a hablar y en la repetición de palabras monosilábicas. En total, unas 800.000 personas, cerca del 2% de la población adulta, tiene tartamudez en España, con una frecuencia de tres hombres por cada mujer. Las causas de este problema no se conocen, pero la mayoría de expertos consideran que el entorno y la predisposición genética son factores clave. Un 5% de la población infantil presentará en algún momento disfluencias evolutivas, es decir, problemas en la fluidez del lenguaje, normales en su desarrollo, explica Alicia Fernández Zúñiga, psicóloga clínica especialista en trastornos del lenguaje. Las disfluencias evolutivas normales en el desarrollo del lenguaje, suelen aparecer cuando el niño está alterado o nervioso y cuando se prepara para explicar algo complicado. Se consideran así, por ejemplo, las vacilaciones, la reformulación de oraciones, los silencios entre las palabras, y el uso de interjecciones y muletillas. Entre los dos y los cinco años, esas disfluencias evolutivas son normales y un ambiente de normalidad permite que vayan remitiendo en el 80% de los niños “sin que ello suponga colgarle un cartel e etiqueta”, con la carga psicológica que ello implica, explica Iris Jiménez Blanco, docente especializada en logopedia. Las disfluencias que pueden indicar tartamudeo, sobre las que hay que estar más vigilantes, son la repetición de sílabas o de sonidos, el bloqueo o interrupción del flujo del aire, la velocidad rápida al hablar, más de dos repeticiones de palabras cortas, la tensión y el esfuerzo por hacer salir las palabras. La información como mejor prevención En el colegio, una vez el profesor detecta disfluencia en un niño debe comunicárselo a los padres y llegar así a un “diagnóstico alineado” con los docentes y los logopedas, profesionales especializados en problemas del habla. Cuando los niños son aún muy pequeños, en la etapa preescolar, todavía no son conscientes de tener un problema, explica Alicia Fernández: “Las burlas y las críticas se dan más a partir de los seis años y es cuando los profesores y el tutor se convierten en una pieza fundamental para el niño”. Estas burlas suelen traer como consecuencia la baja autoestima y un sentimiento de exclusión del grupo. El profesor puede hacer una buena labor de prevención informando a sus alumnos desde el comienzo de curso. Por ejemplo, repartiendo una pequeña circular a los padres, con orientaciones sobre este tema. Así asegura Iris Jiménez que lo hace con sus alumnos de 3, 4 y 5 años. El docente tiene que “manejar esta situación”, explicarles a sus alumnos que lo normal es que haya personas con distintas características y en caso de que los compañeros persistan en su actitud de burla “llamarles aparte y advertirles de que si persisten pueden "agravar el problema". Un ambiente de normalidad Si en algo coinciden todos los expertos es en la necesidad de un ambiente sano, que no se les empiece a tratar como si fueran diferentes, para que esas dificultades no persistan hasta convertirse en tartamudez. El profesor "no debe hacer callar a los compañeros en medio de la clase", coincide Alicia Fernández, pero puede hablar con los alumnos e indicarles que "cada uno tiene su propia forma de hablar". En definitiva, se trata de manejar la situación como se hace con cualquier tipo de burla, pero sin poner en evidencia. Estos niños necesitan que se les dé tiempo para "formar su frase, no interrumpir su discurso, ni acabar las frases por él, mantener una escucha activa" que vea que es importante lo que cuenta y no cómo lo cuenta, y "mantener el contacto visual con ellos mientras nos hablan", señala Iris Jiménez, como pautas fundamentales para ayudarles en clase. La labor del docente ocupa también un lugar clave en el tratamiento de la tartamudez Es "muy importante" que el profesor introduzca en clase el mismo trabajo que el niño está haciendo con el psicólogo.“Si el niño puede hablar con fluidez en una situación tranquila, también intente hacerlo en otro escenario”, explica Alicia Fernández. La ansiedad y el miedo, círculo vicioso Muchas veces la actitud de los padres ante las dificultades de su hijo agrava sin querer el problema. Nicklas Bengktsson, representante en España del Programa McGuire, que no utiliza la Fundación Española de la Tartamudez, recuerda que empezó a tartamudear a los seis años: "Todo empezó con bloqueos y repeticiones, los primeros años no lo veía como un problema grave, pero empecé a notar que mis padres y profesores estaban preocupados por mi tartamudez”. A medida que aumentaba la atención de sus padres, también lo hacía su “miedo” a tartamudear y empezó a sentirse nervioso e incómodo en actividades como las presentaciones en clase, las lecturas en voz alta y las obras de teatro. Cuando el niño tiene dificultades para decir algo una reacción frecuente de los padres es decirles que terminen las frases y que no se pongan nerviosos. Estos comentarios favorecen que al hablar en determinadas circunstancias los niños se pongan nerviosos antes de empezar a hablar, piensen que no les va a salir bien y sientan ansiedad. Ese “anticiparse” es muy negativo, asegura Alicia Fernández, porque cuando hablamos normalmente lo hacemos de forma espontánea y si los niños se paran antes y piensan "no van a ser capaces, se van a atascar". El hecho es que los padres suelen sentirse perdidos porque la tartamudez es un problema variable: en ciertas situaciones, por ejemplo cuando los niños cantan o mientras juegan, no tartamudean. Por eso, la Fundación Española de la Tartamudez ha publicado una guía para padres, que les ayude a identificar las disfluencias evolutivas normales en su desarrollo. Al mismo tiempo, los padres "se tensan, se agobian cuando ven que al niño le cuesta trabajo respirar" y tienden a tener pensamientos negativos como que va a tener siempre tartamudez, por eso se les insiste en que no se tensen ni se agobien y vean como es capaz de hablar fluido. Romper las barreras de la tartamudez La Fundación Española de la Tartamudez (TTM) respalda el método Lidcombe, desarrollado en Australia e implantado en España hace unos seis años, como uno de los más efectivos para el tratamiento temprano. Un método en el que los padres ayudan a su hijo en un entorno familiar y con un ambiente de juego, en el que habla de forma fluida. En relación a las terapias existentes, Yolanda Sala cree que hay métodos que te hacen "estar muy pendiente de las repeticiones y hablar silabeando", con los que al final "dejas de ser tú", asegura, porque “estar pendiente de la ‘f’ de fluidez te impide ver la 'f' de felicidad". Uno de los recursos que la TTM puso en marcha son los grupos de autoayuda. Dafne Lavilla, tiene 25 años y es representante en Madrid de la fundación, ha conseguido controlar la tartamudez y ahora se encarga de recibir a las personas que quieren formar parte de estos grupos. El problema de la tartamudez no se conoce bien, según ella, porque la gente piensa que “es menos de lo que es, que te atrancas al hablar y ya está, sin embargo tiene mucha carga psicológica y social y es importante que se sepa”. Antes de entrar en la fundación, hace dos años, Dafne dependía de sus padres para hacer las tareas más cotidianas, ahora se acepta como es y la tartamudez no le impide hacer lo que quiere, se arriesga a “vencer su miedo” y “hacer cosas que no hacía” por el qué dirán. Hace solo unos años, no se atrevía ni a levantar la mano en clase, ahora ofrece charlas para informar en las universidades.

Subway fue denunciado por burla de sus trabajadores sobre joven tartamudo

A propósito de joven discriminado: todo sobre la tartamudez

A propósito de joven discriminado: todo sobre la tartamudez Especialista explicó a El Comercio las causas de este problema de fluidez del habla, manifestaciones, tratamientos y consejos GONZALO ARCASI MARIÑO / @Zalillo El joven administrador Miguel Navarro denunció haber sido discriminado el pasado 17 de mayo en el local de comida rápida Subway, ubicado en el centro comercial Jockey Plaza, en Santiago de Surco. Navarro pidió un sánguche que la tienda ofertaba, pero en su lugar, le dieron otro que costaba el doble. Por ello fue a reclamar, pero se encontró con burlas por su tartamudez. Aseguró que la administradora no quiso firmar el libro de reclamaciones y, al insistir, se rieron de él. “Ella empezó a burlarse, ahí sí, de mi tartamudez abiertamente. Le dijo al cajero que no me haga caso. Se reían”, refirió. A propósito de este caso, conversamos con una especialista para entender más sobre la tartamudez. A propósito de joven discriminado: todo sobre la tartamudez ¿CÓMO SE ORIGINA? Para Silvia Chávez Cáceres, psicóloga especialista del Centro Peruano de Audición, Lenguaje y Aprendizaje (CPAL), este problema de fluidez del habla -según indica padecida por el 1% de la población mundial- es multifactorial. Un factor es el genético. "El 75% de las personas que tartamudean tiene un familiar que también es tartamudo o algún otro disturbio en la fluidez del habla" explica Chávez. El segundo es el factor género. El problema se da en mayor proporción en los hombres, en una relación de 4 a 1. Es decir, por cada cuatro hombres hay una mujer tartamuda. Esto sucede porque las mujeres tienen un mayor desarrollo a nivel cerebral del habla del lenguaje que los hombres. Por ello tienen mayor predisposición a sufrir el problema. El tercer factor es el de la personalidad. "Las personas afectadas son exigentes consigo mismas, les gusta que todo salga bien. Por ende, van a tener tendencia a padecer la enfermedad", dijo la psicóloga.
Por último, los factores externos también provocan la tartamudez. Estos se reflejan en la vida agitada que puede tener un menor de edad que, aparte de ir al colegio, además realiza otras actividades deportivas y/o culturales que quizá lleguen a estresar. A ello, se le suma el ambiente familiar en donde los padres también tienen un ritmo de vida acelerado. "La persona que reúna todos estos factores tiene el problema de la disfluencia del habla o conocida como tartamudez. No se cura, pero se controla", finaliza la especialista. ¿CUÁLES SON LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES? El problema se manifiesta aproximadamente desde los 4 años, cuando el niño está desarrollando el habla. Las primeras señales para detectar si el menor podría presentar tartamudez son las siguientes: 1. Las repeticiones múltiples: la repetición de la primera sílaba al momento de hablar. 2. Los alargamientos: la persona, en lugar de repetir los sonidos iniciales, a veces prolonga o dilata el primer sonido de las palabras. En tal caso, "Papá" se convierte en "Pppppppapá." 3. Los bloqueos: cuando el sujeto se queda "atascado" en alguna palabra, tal vez sea posible observar que realiza movimientos accesorios en los músculos de los labios, lengua, garganta, pecho. Estos movimientos están relacionados con las dificultades que experimenta al hablar espontánea y libremente. Es posible que se le quede la boca inmóvil sin que salga ningún sonido. TRATAMIENTO DE LA DIFICULTAD La tartamudez es totalmente involuntaria, está fuera de control del niño y adulto. Ella se manifiesta cuando la persona está sometida a presión o tensión. Ahí es cuando más se incrementa la disfluencia del habla. Es importante hacer el tratamiento desde pequeños, porque con una terapia de 6 meses, se pueden cambiar los patrones del habla. Si se trata luego, a la tartamudez se van a sumar problemas psicológicos. "La persona va sentir el rechazo de los demás. No va querer hablar ni comunicarse. Se va encerrar en sí mismo. El niño o adulto sufre porque quiere comunicarse y no puede. Si en vez de apoyo, obtiene burlas, se le causará más sufrimiento", dijo Cáceres Chávez. RECOMENDACIONES Si se conoce a alguien a que padezca de este problema, la psicóloga de CPAL aconseja que se debe ser paciente, pues la tensión es la que genera que aumente el tartamudeo. Recomienda que se deje terminar de hablar a la persona y no completar las palabras que no termina de decir. "Lo que importa es lo que se dice y no cómo se dice", cita Chávez Cáceres. Ella y otros 19 especialistas tienen cada uno cerca de 15 casos de personas tartamudas. EL DATO El 22 de octubre de todos los años se celebra el Día Mundial de la Tartamudez, creada para eliminar la discriminación social hacia la gente que tartamudea y promover oportunidades para que ellos logren alcanzar sus objetivos y aspiraciones. Subway fue denunciado por burla de sus trabajadores sobre joven tartamudo

SI QUIERO

Llegó el momento del "sí, quiero". Javier quería que la frase más trascendente de su vida le saliera entera, sin trabarse, sin el mínimo signo de titubeo que despertara dudas y risas entre los espectadores de la celebración religiosa. Temblaba. Hizo el esfuerzo: respiró, la miró a Soledad, una princesa en ese vestido blanco, y se animó: "Sí, quiero", exclamó. Fue una liberación, pudo dominar su tartamudeo, al menos por un segundo. La disfluencia o tartamudez es la falta de fluidez en el lenguaje. Quien la sufre tiene bloqueos al hablar (mamá me. dio), repeticiones (c-comer), interjecciones (yo ehh quiero), pausas (má-má), bloqueos revisiones (yo voy.fui) y prolongaciones (beeebé). Todos los tartamudos tienen un punto en común: no son libres para expresarse. La doctora Nora Grañana, especialista en neuropsicología infantil del Hospital Universitario Austral, explica que el origen del trastorno es neurobiológico y que afecta a 1 de cada 10 chicos. En total, el 1.5% de la población mundial es tartamuda. Es más frecuente en varones -por cada 5 tartamudos, hay 1 mujer- y el 80% se manifiesta alrededor de los 4 años. "Hoy sabemos que hay, por lo menos, 10 genes implicados. Individualizarlos será clave para encontrar la cura y avanzar en la terapia", explica la doctora Beatriz Touzet, presidenta de la Asociación Argentina de Tartamudez. Menciona cuatro pilares del problema. Primero, el trastorno motor: las palabras no salen, porque los músculos de la lengua no responden al comando cerebral. Segundo, los sentimientos y emociones, que influyen en los bloqueos. El tercero es el componente lingüístico: fallan los circuitos automáticos del lenguaje; normalmente, sabemos lo que queremos decir y lo decimos. Los tartamudos tienen que automatizar nuevamente esos circuitos, aprender el idioma desde cero. El cuarto pilar es el impacto social. El problema de Javier empezó alrededor de los 4 años, cuando nació su hermanita. Hoy, a los 27, está casi recuperado. Pero no es el caso de muchos otros adultos que cargan con el estigma. Para Touzet, un adulto tartamudo es "un sobreviviente". "En una sociedad donde abundan los chistes, tienen miedo a ser segregados. Por eso, se esconden o tratan de disimularlo", reflexiona. Sobreviven, entonces, como pueden. Ante una emergencia, pueden llegar a ir presos porque no logran articular su nombre. Otros prefieren caminar sin rumbo antes que preguntar dónde queda una calle. No levantan la mano en el colegio o en la universidad. "Hablar les da pánico", resume Touzet. Relata que suelen pedir helado de limón y no de crema, porque la "c" con la "r" los traba. O evitan ir a una pizzería y porque "pizza" no les sale. Beatriz tuvo pacientes que incluso le tenían terror al ascenso en el trabajo, porque implicaba una mayor exposición en público. La gran mayoría le teme al teléfono. Piensan que si no logran continuidad, del otro lado van a creer que es un chiste y les van a cortar. "Es todo un tema -sintetiza Touzet-. Hasta el vocablo tartamudez es ingrato, porque les cuesta pronunciarlo". Para la experta, la sociedad "no está preparada para interactuar con personas que se traban". Tratarla pronto, para borrarla a tiempo Por años, la tartamudez se consideró un "trauma" que a la larga desaparecía solo. Hoy se sabe que cuanto antes se la trate, mejor. Si no, la condición se va fijando con el tiempo en los músculos del habla y en las actitudes. "Hay que intervenir antes de que se termine de desarrollar el lenguaje, es decir, antes de los 7 años", declara Touzet. Superado ese límite, dice que la tartamudez puede mejorarse, pero no borrarse. ¿En qué consiste el tratamiento? Uno de los pilares será conocer los sonidos y practicarlos, como si se estuviera aprendiendo un nuevo idioma. El habla es un engranaje de eslabones coordinados: cuesta arrancar, pero después "camina solo". Aun después de la terapia, una persona disfluente seguirá trabándose un 20% de las veces. La ventaja es que tendrá las herramientas para controlar los tropiezos. Sentirse acompañado Ariel Waintraub coordina grupos de ayuda en la Asociación Argentina de Tartamudez. Él mismo es disfluente. Cuenta en un testimonio que dio para un Congreso que lo operaron dos veces por error y que no lo dejaron pasar a primer grado, porque creían que el trastorno era un impedimento cognitivo. Ya recuperado, trata de "rescatar" a otros del problema. "En el grupo encuentran un lugar donde contar lo que les pasa. Se dan cuenta de que están acompañados y en confianza", destaca. Los talleres son quincenales y, además de las charlas que surgen espontáneamente, se basan en distintas dinámicas: improvisaciones, bailes, salto a la soga. "Cuando están pensando en otra cosa, su atención no está puesta en cómo van a hablar", indica Ariel. "Hay muchos mitos: que es por nervios, que la persona es poco inteligente, que piensa más rápido de lo que habla. Mucha gente se siente muy sola e incomprendida", advierte. ‘Envidiaba a la gente que hablaba bien’ "Me trabo desde el "ajó"", empieza Nicolás Merle. Fue uno de los pacientes más complejos de Beatriz Touzet. Hoy, este arquitecto de 28 años se considera un "activista de la recuperación". Durante años, desfiló por consultorios de fonoaudiólogos y psicólogos que se dieron por vencidos. "Desde homeópatas hasta curanderos, probé de todo", relata. En sus peores épocas, sonaba el teléfono y como no lograba decir "hola", variaba entre el "sí, hola" y el "¿sí?". Le tenía pánico a comprar boletas o tiquetes y las novias le duraban menos de un año. "Envidiaba a la gente que hablaba bien", admite. Su historia dio un giro cuando a los 22 años conoció a la doctora Touzet: "Fue la primera persona con la que pude hablar y distinguir lo que me pasaba. Me dio herramientas para evitar las trabas, como usar frases cortas o hacer pausas. Aprendí a hablar de cero, todo de vuelta, y después de 5 años de tratamiento fui mejorando", cuenta. Hoy, a Nicolás no lo para nadie: "Estuve 20 años sin decir lo que quería, ahora tienen que aguantame". Sigue trabándose, pero lo toma con naturalidad. Compara su condición con manejar sobre el hielo: "Si voy rápido, me descontrolo. Entonces, paro el auto, me acomodo, pienso, pongo pausas, respiro y sigo". En este sentido, aconseja: "A una persona tartamuda le diría que no se quede en 'el mundo no me entiende', debe darse el chance de hablar y de hacerse entender". MARIANA ISRAEL

martes, 21 de julio de 2015

mas fraces para la vida :)

Trastornos del Lenguaje

Ejercicios para hablar en público y mejorar la fluidez verbal: vídeo tut...

SOY TARTAMUDO

Trastornos del habla

Trastornos del habla
El lenguaje oral es nuestra principal arma para comunicarnos, sin embargo, en ocasiones puede fallar por la aparición de trastornos funcionales del habla como las dislalias, la dislexia o la tartamudez. La tartamudez La tartamudez es la disfluencia más habitual; un trastorno del habla que consiste en una alteración del ritmo y la fluidez verbal, que se caracteriza por repeticiones indeseadas de sílabas, palabras o frases, acompañadas de interrupciones espasmódicas de la conversación, que producen angustia y son difíciles de controlar. El origen de la tartamudez está en la falta de coordinación de los movimientos periféricos del habla, pero no se conoce su causa. Esta afección, al igual que el resto de las alteraciones del habla, tiene una mayor incidencia en los varones (cuatro veces más que en las mujeres), y se manifiesta normalmente entre los tres y los seis años. Cuando se inicia en la edad adulta suele estar relacionada con un acontecimiento traumático o una lesión en el sistema nervioso. Los especialistas consideran que la tartamudez se debe a un conjunto de causas que interactúan entre ellas como factores genéticos, orgánicos, psicógenos, la zurdera corregida, trastornos emocionales... Disfluencia normal Es la que se produce cuando el niño está aprendiendo a hablar. En esta etapa es habitual que repitan sonidos, sílabas y palabras, especialmente en el inicio de las oraciones. El niño tiene muchas ganas de comunicarse, pero su pensamiento es mayor que su fluidez verbal y cuando no recuerdan el nombre de un objeto, por ejemplo, pueden repetir sílabas o una palabra hasta que consiguen encontrar el término adecuado (“Qui-qui-qui-quiero el coche”). La disfluencia normal es más frecuente cuando el niño está emocionalmente alterado (muy contento o enfadado), cuando está cansado, o si le presionan para que hable. También puede desaparecer y reaparecer semanas o meses después. En el caso de disfluencia normal, además, los niños no suelen reparar en sus errores, o no les dan importancia, por lo que no se sienten frustrados ni avergonzados. Tartamudez leve y grave A diferencia de la disfluencia normal, que aparece y desaparece, la tartamudez leve sigue un patrón más regular. Puede que solo se presente en determinadas situaciones, pero probablemente se repetirá siempre que surjan esas mismas situaciones, y el niño suele avergonzarse y sentirse frustrado cuando le ocurre. En los casos de tartamudez grave la disfluencia del lenguaje se produce muy a menudo, y el niño se muestra tenso y, en ocasiones, evita hablar por miedo al ridículo. Es más frecuente entre los niños mayores, pero puede aparecer en cualquier momento entre los dos y los siete años, tras un periodo de tartamudez leve, o de repente, sin que existan antecedentes. Tipos de tartamudez y síntomas La tartamudez puede ser clónica, tónica, o mixta. La tartamudez clónica, que es la más conocida (se ha utilizado mucho para conseguir efectos cómicos en el cine o en el teatro), consiste en la repetición involuntaria de sílabas o palabras. En la tartamudez tónica se producen espasmos que detienen o interrumpen la conversación, y puede deberse a una inmovilidad muscular fonatoria que bloquea totalmente la emisión de sonidos, por lo que frecuentemente se asocia con movimientos de cabeza, pies o manos del afectado. La tartamudez mixta es la más frecuente y combina los síntomas de ambas. Los signos que pueden alertar a los padres de la existencia de un problema de tartamudez que debe valorar un especialista son: El niño repite sonidos, palabras o frases después de cumplir los cuatro años. Gesticula mucho al hablar (parpadeo, muecas). Sacude la cabeza cuando habla. Siente vergüenza al hablar e, incluso, intenta evitarlo. Le cuesta comunicarse y se siente frustrado por ello. Tratamiento de la tartamudez La tartamudez es un trastorno del habla muy relacionado con el entorno de la persona afectada. De momento no existe ningún tratamiento capaz de eliminar el problema, y la terapia debe ir orientada a mejorar la calidad de vida del paciente. Aunque es importante recordar que detectarlo a tiempo ayuda mucho a corregir el problema. Respecto a los padres o maestros, es conveniente remodelar el ambiente en el que se desenvuelve el niño para disminuir los episodios de tartamudez en la medida de lo posible, y que el menor se sienta relajado y cómodo para expresarse, sin miedo a hacer el ridículo o ser evaluado y criticado. No conviene corregirle si se traba, ni meterle prisa, hay que dejarle hablar con tranquilidad, y centrándose en el contenido de lo que dice y no en la forma en la que lo dice.