sábado, 28 de febrero de 2015

la tartamudez

Existen varias conceptualizaciones para la tartamudez. Entre las descriptivas podemos citar a Perelló (1970) quien basándose en la descripción del síntoma considera que “es el defecto de elocución constituido por la repetición de sílabas o la dificultad de pronunciar alguna de ellas, llevando consigo un paro y espasmo en la fluidez verbal”. Para Schrager (1966), aclarando que se trata de la definición de un síntoma y no de cuadros clínicos precisos y determinados, “es una perturbación del habla (como expresión oral de la lengua y /o del lenguaje) que altera fundamentalmente el ritmo de la palabra y la posibilidad de la producción ordenada de algunos fonemas o grupos de fonemas”. Narbona (2000), describe la sintomatología según el DSM lV como”repetición y prolongación de sonidos y sílabas, fragmentación de palabras con pausas silenciosas o audibles, interjecciones inmotivadas y circunloquios para evitar palabras, repeticiones de palabras o frases con excesiva tensión”. Por último consideraremos una definición operacional de la tartamudez. Tomando como referencia la descripción de Froeschels, de Disfemia primaria (1926) se tomó como definición operacional de tartamudez a “la presencia de repeticiones continuas de una letra, sílaba o palabra al comenzar a hablar o durante el transcurso del habla y/o prolongación de un fonema y/o esfuerzo muscular que impide el habla y luego lo produce bruscamente”. El registro de países que nuclea la Asociación Internacional de TT a lo largo y ancho del mundo, indicaría que esta perturbación de la comunicación oral es, no sólo translingüística, sino también transcultural. En cuanto al origen de la tartamudez podemos decir que, debido a que hasta el presente no se ha podido establecer una causa única, encontramos en la literatura distintas teorías etiológicas, algunas con más evidencias a favor que las otras. …Dos problemas que se plantean en torno al abordaje de la tartamudez. En primer lugar propongo alguna consideración para tratar de despejar si la tartamudez se trata de un síntoma o un signo, y cual es la importancia de confundir estas dos dimensiones. En segundo lugar abriré a lo que permite ubicar el estatuto que se le da al niño en la Medicina. Desde la perspectiva psicoanalítica, para Freud (1893), el tartamudeo se presenta como síntoma motriz producido por la mera conversión de la excitación psíquica a lo motriz, “o sea que estos deslices en el habla se producen cuando, en lugar de la tendencia desfigurativa, aparece la defensiva…”. La perturbación del habla que se caracteriza por perturbar el ritmo y la pronunciación denuncia, a su entender, un conflicto interno. Para Stein (1957) se trata de una neurosis de compulsión, “expresión psicosomática del erotismo oral arcaico”. Otra definición en este orden la presenta Balcany (1968) para quien “… en la tartamudez los procesos de represión y de inhibición se sitúan de forma tal que bloquean incluso la emisión vocálica… es este terreno de privación de libertad expresiva el que arrastra al paciente a esta operación anormal de control…”. Considera que el pensamiento del juicio del interlocutor es, a veces, un estorbo terrible para el habla del paciente que ha perdido además, el hábito de dejar exteriorizar libremente lo que tiene en su mente. Más actual es la ubicación realizada por Musachi (1991) desde la orientación psicoanalítica lacaniana: “se puede deber el nombre -por ejemplo- a la Tartamudez; es cuando el goce del padre se hace sentir cuando el sujeto sufre de eso; el hijo que soporta que el padre no falle se sacrifica heroicamente -un heroísmo desesperado- al goce supuesto del padre”. Para la A.A.S. Theraphy “es un síndrome de varias perturbaciones de la palabra caracterizado por arritmias y tics causados por una psiconeurosis”. Desde una perspectiva del diagnóstico diferencial: Respecto de patologías musculares o neurológicas, la corriente linguoespeculativa de Pichón-Borel Maissony (1937) la designa como un “vicio de elocución, simple síntoma, para el cual podemos reservar el nombre de tartamudeo. Dicho tartamudeo es un trastorno de la función de realización lingüística, absolutamente independiente de todo trastorno parético de los músculos del habla o de la inervación de estos” (el subrayado es nuestro). Launay (1979) estableció que “no existe la tartamudez fisiológica. Una tartamudez es o no es, la tensión clónica o tónico clónica, carácter compulsivo espasmódico, característica de la TT es lo que la diferencia de las repeticiones fisiológicas”. En 1999 Ambrose y Yairi de la Universidad de Illinois USA confirman esta aseveración, al tratar de establecer las bases para un diagnóstico diferencial entre TT y disfluencia normal. Presentan en su trabajo los diferentes patrones de fluencia normal y de disfluencia determinando que la ¨ tartamudez ha mostrado ser cualitativamente como cuantitativamente diferente de la disfluencia normal, aún en las etapas más tempranas”. Hablar no es decir, no se trata de hablar, sino de decir, sabemos que se puede hablar mucho y no decir nada. El decir compromete al sujeto en su ser, dice con lo que es. Quisiera reflexionar acerca de dos problemas que se plantean en torno al abordaje de la tartamudez. En primer lugar propongo alguna consideración para tratar de despejar si la tartamudez se trata de un síntoma o un signo, y cual es la importancia de confundir estas dos dimensiones. En segundo lugar abriré a lo que permite ubicar el estatuto que se le da al niño en la Medicina. En cuanto a la primera cuestión me apoyaré en la semiología, (Guiraud), desde allí el signo evoca algo con intención de comunicación de un sentido. La semiología médica es un puro estudio de los indicios patológicos naturales, es el organismo el que da esos indicios que son utilizados como signos. No se trata de los dichos del paciente. Esta intención de comunicar del signo puede ser conciente o inconsciente. Michel Foucault en su libro “El nacimiento de la Clínica” desarrolla una arqueología de la MIRADA médica, es decir, cómo se constituye la experiencia clínica como forma de conocimiento. Fue necesaria una reorganización del campo hospitalario y una definición nueva del estatuto del enfermo en la sociedad y la instauración de una cierta relación entre la asistencia y la experiencia, el auxilio y el saber, como así también un uso nuevo del Lenguaje bajo la forma del Discurso Científico: La fidelidad y obediencia al contenido de la experiencia “decir lo que se ve” y constitución de la experiencia “dar a ver al decir lo que se ve”, es descripción y descubrimiento. Fue gracias a la anatomía patológica que el interior se revela: el método Anatomoclínico es una estructura que articula el espacio (del cuerpo), el lenguaje y la muerte. Es la medicina positiva. La enfermedad se desprende de la metafísica del mal y encuentra en la visibilidad de la muerte la forma plena, pues su contenido aparece en términos positivos. En la cultura occidental el Primer Discurso Científico sobre el individuo (el hombre como objeto de la ciencia) debió pasar por el momento de la muerte, de su supresión. Y la posibilidad misma de todas las psicologías surgió de la experiencia de la sin-razón. Sin embargo, Foucault critica la preeminencia otorgada a la mirada, a la percepción, y con ella de la conciencia porque favoreció la confusión del Síntoma con el Signo. “Síntoma es el soporte morfológico indispensable del signo.” Pero , lo que hace que el signo sea tal no pertenece al síntoma sino a una actividad que viene de otra parte , es su verdad de origen . Por esto la totalidad de los síntomas no llegarán jamás a agotar la realidad (real) del signo” [1]. ¿Qué estatuto tiene el niño en la medicina? La Fonoaudiología, escuela de medicina, en lo que respecta a la tartamudez, se encuentra presa de esa tendencia que confunde el síntoma con el signo y en tanto tal, su abordaje terapéutico se dirige a los trastornos evidenciables en el habla: alteración del ritmo de la palabra y la frase, de la respiración, del tono muscular y aplica una batería de ejercicios silábicos, respiratorios y de relajación en su intento de devolver la normalidad a esa función lingüística. Que el síntoma se manifieste en el habla no indica que el problema este allí. Hablar no es decir, no se trata de hablar, sino de decir, sabemos que se puede hablar mucho y no decir nada. El decir compromete al sujeto en su ser, dice con lo que es. El Ser Hablante Los niños pequeños manejan elementos gramaticales antes de constituir frases y de entender lo que dicen. Lacan en su entrevista en Televisión precisa: Una especie ha sabido ladrar de tal manera que un sonido en tanto que un significante es diferente a otro. Pero hay un abismo entre esta relación del ladrido y el hecho de que al final este ser humano – que es constitucionalmente sensible a las resonancias de la palabra- llegue a poder decir algo. Por eso es “ser hablante”. Los niños pequeños manejan elementos gramaticales antes de constituir frases y de entender lo que dicen. Las palabras se filtran como restos (sonoros) con los que va a jugar como cosas y a veces con las cuales tendrá que arreglárselas. Esas palabras resuenan en el cuerpo produciendo “placer” o “terror”, gracias a lo cual se va a hacer la coalescencia del Lenguaje con la Realidad sexual. Y el niño responderá a su manera respecto de esta relación al lenguaje y a la realidad sexual, aún al precio de sus síntomas.

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